En este artículo se analizan las implicaciones de la regla fiscal en un contexto de alta inflación como la que vive Costa Rica. En los próximos años el gasto podrá crecer alrededor de un promedio de 2,6%, limitado por la regla fiscal. Sin embargo, los ingresos crecerán al ritmo del aumento de los precios. Si la inflación se mantuviera cercana a los dos dígitos, en los años siguientes, se producirá una ganancia significativa para el Ministerio de Hacienda. Tendríamos una ventaja de los ingresos, creciendo a un ritmo parecido al 10% anual, frente a los gastos, aumentando al 2,6% por el efecto de la regla fiscal. Esto permitiría bajar aceleradamente el déficit fiscal.
Sería un gran éxito fiscal en el plano puramente economicista. Pero, tal resultado se basaría en una reducción del gasto operativo (salarios, compra de materiales y servicios, labores de mantenimiento, transferencias, etc.), generado por el freno de las erogaciones causado por la regla fiscal. En el peor de los casos se podría reducir el gasto operativo hasta en un 30% en los próximos años.
Dado este panorama se sugiere la sustitución de la regla fiscal por un nuevo método de control del gasto, riguroso y eficiente. En este momento, la regla recorta mal el gasto. Se hacen recortes que a los meses conducen a excepciones. Y cuando son muchas las excepciones el mensaje es claro: el mecanismo no funciona, sólo genera problemas. Esto se produce porque la regla fiscal no hace lo básico de una gestión hacendaria: no evalúa la eficiencia, no mide el impacto, no prioriza los programas públicos, y menos se preocupa por la calidad del gasto.
El artículo fue publicado por Surcos Digital. Se encuentra en el siguiente enlace: